– Hola, buenos días.
– Buenos días. ¿¡A dónde vas con esa cara?!
– ¿Qué cara?
– Esa cara de Universo.
Estas son las palabras con las que un niño de 4 años me describió su experiencia al mirarme a los ojos. Un niño con una gran sensibilidad, como la que muchos tienen dormida o silenciada. Y es que para quien vive desde la mirada autista, la vida terrenal puede llegar a ser abrumadora; la sensibilidad está tan despierta que puede ser complejo regular el canal y situarse en los planos físicos y energéticos.
La muestra de hoy ha sido un ejemplo más. El niño se estaba relajando con la plastilina y al acercarme, poner la mano sobre su espalda y saludarlo, empezó a repetir mi frase y, al girar la mirada hacia mí, se encontró nadando en el Universo a través de mis ojos.
La sorpresa fue clara y evidente: él abriendo sus ojos enormemente y exclamando “¿a dónde vas con esa cara?”.
Yo, viendo su expansión, cómo su chakra del corazón se abría y se amplificaba su campo energético, sin comprender del todo su exaltación le pregunté y él respondió claramente que veía el Universo en mis ojos, dibujando una sonrisa como resultado de esta conexión de Amor y Unidad; regalándome seguidamente un abrazo y un beso en la mejilla.
Se dice que los ojos son el espejo del alma, de la misma manera que lo es el corazón: son puertas a nuestra multidimensionalidad y, por tanto, al Amor Divino que todos Somos.
¿Cómo puede alguien con esta capacidad de conexión y sensibilidad mirar a los ojos a otros con facilidad?
Por eso muchas personas con rasgos o con la etiqueta completa de Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen dificultad para mirar a los ojos.
Más allá de la posible dificultad de integración sensorial, mirar a los ojos es ver más que un reflejo.
Es ver lo profundo y lo superficial,
lo mundano y lo espiritual,
lo que se dice y lo que se silencia,
lo que se siente y lo que se piensa.
Todo depende de cómo se mire, la posibilidad está ahí.
Algunos no quieren, no saben o no eligen explorarla.
Otros no pueden evitarla.
Gracias a los corazones abiertos que miran desde el respeto cada vida.
Gracias a las almas que eligen vivir desde la sensibilidad autista.