BienEstar, MalEstar

Si queremos amor, hay que ser Amor.

Lo que nos mueve es la calidez profunda de lo que somos, lo que queremos es el impulso de ese Ser hacia su plena expresión. Pero, ¿qué es querer? A menudo deseamos ciertas situaciones, experiencias u objetos y cuando los conseguimos, lejos de celebrar el camino y el punto de encuentro, seguimos buscando lo inalcanzable. Este tipo de deseo nace del ego, del personaje que hemos creado y que busca un éxito externo, un reconocimiento social, familiar o profesional.

Si uno mira hacia adentro, se dará cuenta de que ese afán de poseer no es puramente lo que desea, sino que lo que más anhela es encontrar el propio bienestar, la propia paz, o dicho de otra forma, un estado de Amor permanente. Por eso, nada de lo que podamos comprar o adquirir en el mundo físico satisfará las necesidades profundas del Ser. Es admirable la capacidad de reconocer un vacío en la propia existencia; cuando eso es posible, podemos comprender desde el corazón el dolor que encontramos en nuestros días y así atendernos a nosotros mismos en esta búsqueda de crecimiento y bienestar.

Porque el bienestar, el estado de bonanza, es decir, tener las necesidades cubiertas, a la vez refiere a un “estado de benevolencia” y ¿qué es la “benevolencia”? La capacidad de ser benevolente con uno mismo o con los demás implica la compasión y el perdón. Y siguiendo la raíz de estas palabras, Bienestar, Bonanza, Benevolencia, llegamos al origen y la razón del Ser: la Bondad.

¿Qué entendemos por MalEstar? El prefijo mal- se relaciona con un defecto, daño o herida. En el aspecto filosófico hace referencia a la “privación del bien”, por lo tanto, siguiendo lo que hemos explicado anteriormente, si BienEstar es el Ser en su estado natural (bondad), MalEstar coincide con el Ser privado de bondad, es decir, la negación del Ser.

Uno de los síntomas más frecuentes del malestar es la ansiedad. ¿Cuántas personas no han sufrido y sufren a día de hoy esta sintomatología? Pues la ansiedad no es más que el alejamiento de uno mismo, la no escucha del Ser que uno Es y de las propias Necesidades para sostener la vida en este plano en el que existimos.

Ante una crisis de angustia, puede ser de gran ayuda respirar para rebajar las constantes vitales y mirar hacia adentro qué sentimos profundamente, qué queremos y qué es lo que externamente estamos haciendo, decidiendo o demostrando, ya sea con hechos o palabras.

La discordancia entre los sistemas mental, emocional y espiritual genera una alteración del flujo energético, saturando el cuerpo de diferente manera, en función del origen y los motivos por los cuales esta falta de armonía se da: en algunos casos la manifestación será la ansiedad, en otros la depresión, la apatía o el abatimiento; superando los planos emocionales y mentales llegamos al punto de vivir el dolor en el propio cuerpo en forma de infección, intolerancia o enfermedad.

En lo superficial, tenemos muchos motivos para justificar estos estados de dolor y sufrimiento, pero en lo profundo la realidad es siempre convergente: negación del propio Ser. Así pues, la escucha de uno mismo y la búsqueda de la máxima coherencia entre los cuerpos es un elemento clave para vivir desde y en el BienEstar.

PRÁCTICAS DE BIEN-ESTAR 

A continuación os dejo algunos de los hábitos cotidianos que nos acercan al BienEstar, deseando que os resulten útiles en vuestro día a día.

  • Soledad. Tal como señalaba en el artículo sobre el silencio, mantener espacios para estar con uno mismo facilitará una mayor conciencia de los propios hábitos mentales, así como un entrenamiento para la escucha de lo que realmente Somos.
  • Recogimiento. Ante situaciones de MalEstar, el recogimiento es una herramienta de protección y autocuidado muy valiosa. Por recogimiento entiendo el hecho de proporcionarnos un espacio de Seguridad y Amor, ya sea de forma solitaria (como podría ser acurrucarse en el sofá con algún cojín, tomar una bebida caliente…) o en compañía (buscando el abrazo o el apoyo de algún Ser Querido que nos acompañe desde el corazón para sostener el dolor).
  • Naturaleza. El contacto con la naturaleza nos recuerda el ritmo Natural de la Vida, nos ayuda a conectar con nuestra esencia. Pasear, hacer deporte o parar y observar cualquier elemento natural (desde una flor en casa, un jardín, un parque, las montañas, los campos, el mar, la lluvia o la puesta de sol) pueden convertirse en actos de Conciencia que nos ayudarán a aumentar la presencia en el Aquí y Ahora.
  • Humildad y respeto. Dos valores a mi entender básicos e inseparables para y por la Vida. La Humildad es necesaria para entender que todos tienen algo valioso y el Respeto es la herramienta a partir de la cual podemos acercarnos a las realidades de los demás sin juicio.
  • Dar y recibir. Algunas personas tienen dificultades para escuchar sus necesidades y siempre dan; otras tienen tan vivas sus necesidades que dar les supone una inseguridad o un riesgo demasiado grande. Ambas posiciones nos remiten a desequilibrios internos y al hecho de que una parte de nosotros no está siendo ni escuchada ni expresada. Es importante encontrar el equilibrio entre dar y recibir, ya que son dos polos de un mismo aspecto: el flujo energético entre Seres.
  • Agradecimiento. Agradecer cada día algo que hemos vivido nos ayuda a conectar con la abundancia y también a valorar las oportunidades que vamos viviendo. Puede ser un buen hábito reflexionar antes de dormir o escribirlo en un cuaderno como si fuera un diario. Cualquier ocasión vivida es digna del más Profundo Agradecimiento y estos gestos nos ayudan a comprender el Valor de Amor tras cada vivencia.
  • Perdón, compasión y autocompasión. El acto de perdonar implica abrir el corazón para ofrecer amor a quien nos ha dañado, sea alguien más o nosotros mismos, pues seguro que en alguna ocasión la mente o las experiencias previas de fracaso han generado un dolor innecesario que nos imponemos a nosotros mismos.
  • Confianza en uno y en Todo. El trabajo interno y de observación de lo que vivimos mediante todos los hábitos que he enumerado anteriormente nos acerca a este sentimiento de (1) Confianza que nos empodera para seguir avanzando en nuestro Camino, Sabiéndonos capaces de superar las circunstancias en las que nos encontramos, Confianza en Uno; y (2) reconociendo que llegará un momento en el que entenderemos que todo tiene su Razón de ser y lleva implícito un aprendizaje para nosotros, Confianza en Todo.

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